miércoles, 24 de septiembre de 2008

¿Quién?





Por Marianna Chacón Gorozpe



¿Quién te escribirá con dotes de poeta? ¿Quién recitará tu cuerpo mentalmente con pasión frecuente? ¿Quién te besará el pecado en el paraíso?


Me encuentro en el intento de un presente sin pasado, en el pérfido lado infame de los sentimientos, del amor; en la decepción de un ayer que en el hoy ya nunca existió; en el lado ruin y concreto de los vocablos, en la desesperación de la monotonía de un “no te encuentras más”.
Necesito negar tu ausencia, redimirla, abnegarla, hacer algo con ella, no tenerla más aquí, es una carga muy pesada, quisiera poder arrojarla al vacío y al mismo tiempo tomar razón y con la razón pensante poder admitirla, poder aceptarla.


Y no fue fácil vivir sin verte cuando menos lo esperé, cuando menos lo deseé; todo ahora es tan distinto, las ilusiones son empañadas por el humo de la melancolía; las risas son ahogadas por el suspiro de reminiscencias ya muertas, esas reminiscencias que atormentan en cuerpo presente sin poder enterrarlas de una buena vez. Porque una eternidad no dura una vida, no dura para siempre; en una eternidad me quedará tu vida, me quedará tu siempre, me quedará ese recuerdo vació, nevado y con frío de los períodos vividos, de los lapsos perdidos.


Hoy ya no hay marcha atrás, ya no queda ese marco por colgar y descolgar, ya no quedan las semillas de esa planta que fue, ya no quedan los dos puntos suspensivos, hoy solo queda el punto final, donde no hay espacio para palabras más, porque ya no es un cuento sin acabar con la misma historia por comenzar, porque hoy es el hoy, el presente sin comienzo, el día de hoy sin el ayer.


Ahora eres musa sin poeta, te has quedado viudo en este cementerio de traición, esperando una señal para renacer en el sepulcro dormido de la presencia, te has quedado quieto, inmóvil, dócil y desabrido como una flor, porque no se les debe de escuchar, solo basta con observarlas y olfatear.


Estoy harta de sentirme en la peculiaridad de este sentimiento tan profano y sagrado a la vez, me encuentro en el manicomio hurtando demencia a bofetadas por algo que ya no es, que nunca fue, por un suceso indescriptiblemente hermoso, oscuramente infiel, acogedoramente bueno. Estoy harta de la tempestad viviente solo venidera de un “llueve sobre mojado”; del juego del amor, el juego en el que todo es impar, en el que pierdes por ganar, en el que apuestas por vivir.


Ahora me encuentro en al absurdo de esperar el tren que nunca tuvo partida, en el absurdo de esperar lo que no se puede esperar, en el absurdo de los besos de cenizas, de los abrazos de suspiros, de las miradas esfumadas, de un amor de papel. Hoy solo quiero seguir tomando ese vino amargo de la copa sublime saboreando ese pecado del “no me olvides”, del seguir bebiendo el aroma de las fantasías, de seguir olfateando el saborcillo de lo inexperto, de seguirte tomando a sorbos tan despacios para poderte degustar en mi paladar y sentir la extensión de tu ser con las ganas enormes de convertirme en ti lo que tú te has convertido en mí, en ese vicio, en esa necesidad.


Me encuentro en situaciones diversas, acechando, pensando, racionándolo, ¡maldición! No sabes desquiciante que es perder la razón, mi mente no concuerda, mi cerebro no piensa, solo razona con el corazón de la razón y la sin razón del corazón; dentro de un laberinto sin apagador, dentro de una habitación sin ventanas ni bombilla.


¿El culpable? Mi mente finge demencia al verte, mis ojos reaccionan al toque de los tuyos, mi piel protesta por su individual frialdad, tú solo te escondes en el domicilio obstruido de tu forma… ¿quién es criminal?


Te pienso y te pienso y te vuelvo a pensar, repetidas ocasiones lo ameritan, lo desean, lo necesitan, lo obstruyen…


Esto es como un mal popurrí de frutas con vegetales.


Yo no se la verdad, pero supongo imaginarte, supongo poseerte, supongo quererte y al mismo tiempo supongo odiarte, supongo indiferencia, supongo olvidarte, lo repito Yo no lo sé de cierto, simplemente lo supongo…